Historia y mito: Basque Code Talkers en la Segunda Guerra Mundial

Mitología, s. Conjunto de creencias de un pueblo primitivo relativas a su origen, héroes y dioses, por oposición a la historia verdadera, que inventa más tarde.
Diccionario del diablo, Ambrose Bierce

En 2002, Nicolas Cage protagonizó la película Windtalkers, donde se narraba la intervención de los indios navajos en las batallas del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, como operadores de radio, ya que su lengua materna resultaría totalmente indescifrable para los japoneses en caso de que interceptasen la comunicación.

Más allá de la calidad de la cinta, es cierto que los indios navajos realizaron este papel para comunicaciones de combate (obviamente, para comunicaciones a larga distancia el ejército de EEUU contaba con otros medios); en 1968 se desclasificó como secreto, y en 2001 se otorgó la medalla de honor del Congreso a los "code talkers".
Los code talkers navajos supervivientes en 2001 (Daily Mail)
La cuestión es que, durante mucho tiempo, se ha dicho que previamente a los navajos, los vascos ejercieron un rol similar, durante breve tiempo, liderados por el capitán Frank Carranza y el teniente Nemesio Aguirre. Incluso el almirante Nimitz habría recibido las palabras en euskera Sagarra Eragintza zazpi (Operación Apple a las siete) para informarles sobre el ataque a las Islas Salomón, y la la orden de desembarco en Guadalcanal, el 7 de agosto de 1942, habría sido Egon arretaz egunari (Atentos al día X). El ejército de EEUU habrían abandonado el uso del euskera ya que la presencia de jesuitas de origen vasco en el territorio japonés habría puesto en riesgo mantener el código.

Sin embargo, Pedro J. Oiarzabal y Guillermo Tabernilla desmienten este mito en el número El enigma del mito y la historia: Basque Code Talkers en la Segunda Guerra Mundial, de Saibigain, revista digital de la Asociación Sancho de Beurko. Tal como cuenta la revista, Oiarzabal comenzó su investigación al respecto simplemente buscando las fuentes primarias de una historia bien conocida... para ratificar que no había evidencias de ningún tipo sobre el mismo, ni sobre la existencia de Carranza y Aguirre.

Pero, ¿cómo es posible, pues, que este mito se haya creado en tiempos tan recientes y se mantenga durante décadas? Se debe, en parte, y tal como postulan en el estudio, a que a priori es una posibilidad que nos suena plausible: como "vasco consorte" les aseguro que es una lengua totalmente ininteligible a oídos profanos, al no pertenecer ni siquiera a la familia de las lengua indoeuropeas.

Y en parte a que a los nacionalismos, tanto vasco como español, de aquellos años, les interesaba mantener el mismo: al primero envolviendo a Carranza en la ikurriña y un emblema de la cultura vasca como es, claro, el euskera, y el segundo españolizando el mito y entroncando las gestas de estos vascos en el Pacífico con las de Elcano o Urdaneta. De hecho, la primera fuente que registra el mito, en 1952, es la versión mexicana de Euzko Deya (revista asociada al Partido Nacionalista Vasco que se continuó publicando por los exiliados); la información fue replicada poco poco después por la Revista General de Marina.
Desembarco de marines en Guadalcanal (Warfare History Network)
Sin embargo, hay un motivo de los que exponen Oiarzabal y Tabernilla que, bien pensado, nos hace caer en la cuenta de la poca verosimilitud del mito, y es que el euskera nunca ha sido el lenguaje de un pueblo aislado, y menos desde la llamada diáspora vasca. Más allá de la presencia de jesuitas y marineros vascos (además de descendientes de emigrantes), en el contexto de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial encontramos el euskera en ambos bandos, tanto el Aliado (vasco-americanos, exiliados españoles y maquis) como en el Eje (franquistas y en la Francia ocupada).

Pero el mito nace en tierra fértil, la del juego de ajedrez que era el espionaje durante los años de la Segunda Guerra Mundial. Tras la Guerra Civil española y la conquista de Francia por el ejército alemán, la frontera francoespañola era una zona realmente interesante a controlar, en parte por las estratégicas exportaciones de wolframio realizadas a Alemania a través de la misma. El SVI (Servicio Vasco de Información) había establecido, dirigida por Pepe Michelena, una importante red de información que llamó enseguida la atención del MI6 británico y el OSS (Office of Strategic Services), antecedente de la CIA.

Así pues, dentro de ese contexto, Carranza podría ser un nombre en clave asociado a distintas acciones de espionaje en la zona por la OSS, organización que tuvo bastante peso en la zona durante la guerra y los primeros años de posguerra. El relato del uso del euskera en el Pacífico sería una cobertura de otras operaciones reales asociadas al personaje de Carranza, creado como representante aliado de la cultura vasca y, por tanto, asociado a la propaganda.

Más allá del mito, la historia real nos habla de algunas operaciones realizadas por fuerzas paramilitares vascas bajo el auspicio de la OSS; la más importante sería la operación Airedale al final de la guerra, con 115 participantes, con el objetivo de realizar misiones de sabotaje táctico tras las lineas defensivas alemanas, pero que finalmente no se llevó a cabo. 
Todos los miembros de la Operación Airedale posan para el fotógrafo en la Abadía des Vaux de Cernay–la–Ville en el verano de 1945 (Fondo Carlos Blasco, AHE)
Si quieren saber más sobre el tema, dejando aparte que nunca existieron los Haizearen solaskideak, pues no duden en recurrir a Saibigain, sin duda nos seguirá trayendo números muy interesantes.

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