PhD Survivor (V): Qué y cuando publicar en humanidades. Transitando por Calle Melancolía.

En la anterior entrada Miriam nos dio recursos e indicaciones para publicar de manera efectiva y orientada. La verdad es que el primero que aprendió del mismo fui yo y espero que os ayudara a otros muchos. Sin embargo, también despertó una de mis pesadillas más recurrentes en los últimos tiempos, la cual no es otra que la obligación que se nos impone de publicar en una alocada carrera, que no sé muy bien a quien beneficia.

Hay que publicar, pero no en cualquier sitio, pero no cualquier cosa, pero procura que sean cuantos más mejor. Artículos con impacto... ¡Publica, publica y publica!. ¿Pero qué y con qué profundidad? Amigos y amigas, eso es harina de otro costal. Ya he hablado en otras ocasiones que en el ejercicio de la escritura no baja una musa y te dicta al oído el texto. Y ése es un problema y no el primero. Escribir es tarea ardua, lenta, delicada y no siempre grata.

El primer problema, más bien tarea, es documentarse de un tema en concreto. Y documentarse no es pegar un wikipediazo y leer un par de blogs. Documentarse sobre un tema es leer durante años para poder saber sobre el mismo. Saber viene del latín sapere, que es tener inteligencia, tener buen gusto. De la misma raíz que saber viene saborear y, sin consultar ningún diccionario, entiendo que saborear es masticar despacio, intentar sentir todos los sabores que el alimento nos proporciona. Saborear es distinto que engullir, todos estaremos de acuerdo, y engullir lo único que produce disfunciones en nuestro cuerpo. ¿Por qué nos empeñamos en engullir conocimientos?
Los libros se saborean. Fuente: Bibliotecas unileion.es
Saber es saborear conocimientos. Ingerirlos despacio, digerirlos, hacerlos nuestros, razonar y relacionar. No es engullir conocimientos sin criterio alguno. Es obvio que para saber necesitamos tiempo, calma y recursos. Y antes las fuentes eran limitadas, las áreas de saber estaban acotadas. Ahora estas y aquellas llegan casi hasta el infinito. Cada vez que ponemos en redes sociales un nuevo archivo digitalizado, un nuevo recurso en línea, vemos que se comparte mucho. Yo me pregunto cuándo, de qué manera, podremos absorber todo lo que se ofrece. Todos coincidiremos que ni diez vidas valdrían. 

Queremos generar conocimiento y que éste sea de calidad e inmediato. Una cosa o la otra. Como decía mi abuela: ¿echamos arroz o comemos? Cuando inicias un tema en un principio lo tienes acotado, pero pronto te apercibes de que el tema se ramifica casi hasta el infinito. Claro que hay que acotar, pero pronto tienes la sensación que callas más que dices, que tu trabajo tendría mucho más valor si tuviera el tiempo necesario para ello. Si no tienes esta sensación es que algo haces mal. 

Pongo un ejemplo. En la carrera leí, unos libros de esos que marcan, Cultura y melancolía. Las enfermades del alma en la España del Siglo de Oro de Roger Bartra. Y no es un libro que trate de un tema menor, como dice el resumen; "El autor nos ofrece un brillante ensayo sobre la melancolía como piedra fundacional de la cultura moderna y su eclosión en la España del Siglo de Oro". Allí quedó aquella lectura, pero años después, en mis distintas lecturas en torno a la brujería, me he cruzado en muchas ocasiones con el tema de la melancolía. Mi interés sobre el tema renacía y  mucho he leído sobre el tema, pero tengo desde hace años tres libros sobre la melancolía a los que no me he podido ni acercar. Y eso me crea enorme desasosiego. 
Durero, Melancolía I. Fuente: Wikipedia.
Nos empeñamos en asociar conocimiento con productividad. Mercantilizamos el saber, lo cuantificamos, y el saber tiene más que ver con el trabajo de un orfebre que con una hamburguesa de cadena rápida. Su artículo, gracias. ¿Con o sin ketchup?. ¡Siguiente! ¿De verdad que creemos que es un modelo adecuado? 

Stuart Clarck ganó con su libro Thinking with Demons el premio The Gladstone History Book Prize en 1997 y se ha convertido en un libro de inexcusable referencia. ¿Sabéis cuánto tiempo tardó en redactar el libro? ¡Nada menos que treinta años! No ha publicado nada en treinta años y fruto de toda una vida tenemos un libro que tardará décadas en ser superado y que dará lugar a otros muchos trabajos de nuevos investigadores.
Stuart Clark, Thinking with demons.
Oxford University Press
A lo mejor puse un ejemplo extremo. Lo sé, pero creo que un buen trabajo necesita quizá no treinta años, pero sí reposo y tranquilidad. Unido a esto hay una una cuestión que tampoco es desdeñable. ¿Cuánto dinero consigues publicando? Nada o casi nada. Y sabréis que los señores de las empresas de gas, de electricidad o de alimentación tienen la extraña costumbre de cobrar. Con ello quiero decir que escribir y publicar siempre será una tarea complementaria a tu trabajo principal que no tiene por qué estar relacionado con tu área de investigación. Primero la paliza de tu trabajo y luego en tu tiempo libre (¿?) a darle a la tecla. Otra sorpresa; los que escribimos tenemos vida, parejas, hijos o amigos y tenemos la necesidad de dormir unas pocas horas. Lo imprescindible para tirar al día siguiente. 

Alguien podrá decir que nadie nos obliga a ello, que nos dediquemos a otra cosa, pero, sinceramente, es nuestra vida y lo que nos apasiona. A pesar de lo anteriormente dicho, que te inviten a trabajar en un volumen o en un congreso es un privilegio. No lo olvido ni me quejo por ello.  Este artículo es, simplemente, una llamada a la racionalidad. Por el bien de la ciencia, sea histórica o de otro tipo, y por la dignificación de la misma. 

Vuelvo a mis artículos. Feliz Semana a todos. 

Comentarios

  1. Mucha razón. Muchísima razón. No puedo añadir nada que no hayas dicho en esta entrada.

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