Hubo una vez un sueño llamado Irlanda

[...]A nation once again,
A nation once again,
And Ireland, long a province, be
A nation once again![...]

 A nation once again, Thomas Osborne Davis

Es bien sabido que los británicos y su imperio constituyeron una de las fuerzas dominantes del mundo desde el siglo XVIII hasta mediados del XX, en el que el proceso de descolonización redujo su influencia; de hecho, las décadas siguientes, lastradas por las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, se hicieron bastante cuesta arriba, en muchos aspectos, para la otrora gran metrópoli.

Mapa de Irlanda para la Historia de Inglaterra escrita por Edward Barnard en 1781 (La historia con mapas)
Mapa de Irlanda para la Historia de Inglaterra escrita por Edward Barnard en 1781 (La historia con mapas)
En ese siglo XX donde se produjo este proceso, una de las primeras naciones en escindirse del imperio y posteriormente de la Commonwealth fue Éire, la nación que ocupa la mayor parte de la isla de Irlanda. Y analizando la historia común de las islas británicas mayores, no es de extrañar que durante los siglos XIX y XX el sentimiento de independencia en la isla esmeralda creciese hasta materializarse en un movimiento armado que buscase la escisión del imperio.

Dejando aparte los aspectos más crueles del proceso de separación, que se materializaron en un mal disimulado conflicto civil, hay varios hechos curiosos en el mismo, especialmente en lo referente a la relación con la corona. Y es que, al fin y al cabo, varios siglos de integración (aunque fuera forzosa) en el Reino Unido, dejan su huella.

'God save Ireland', said the heroes

Sin entrar a valorar si se debió sólo a los motivos oficiales, o a presiones recibidas por su supuesta proximidad a las ideas esgrimidas por los nazis, el efímero rey Eduardo VIII abdicó, tras menos de un año de reinado, el 10 de diciembre de 1936. La decisión fue aprobada por el parlamento de Westminster el día 11. La cosa curiosa es que Irlanda, en aquel momento, aun formaba parte de la Commonwealth y existía bastante ambigüedad (calculada, por otra parte) en torno a la figura de la monarquía británica. Lo cual devino en que Eduardo VIII fue oficialmente rey en Irlanda (o de Irlanda, no estaría claro) por un día, sin serlo del Reino Unido, pues el Dáil de Dublín no se reunió hasta el día 12 para aceptar dicha abdicación.

Custom House, actual ministerio de Medio Ambiente, Dublín (Archivo propio)
Custom House, actual ministerio de Medio Ambiente, Dublín (Archivo propio)
Otro hecho curioso tuvo lugar años más tarde. En 1962, cuando se hizo una limpieza general del corpus legislativo, se encontró en Westminster que la Crown of Ireland Act, de 1542 (es decir, del reinado de Enrique VIII), nunca había sido revocada, aunque se modificó en 1801, momento en que Irlanda pasó de ser un reino independiente bajo administración británica a ser parte integrante del Reino Unido. Así pues, cuando en 1922 el Estado Libre Irlandés se escindió, puesto que ésta ley no fue abolida, estaba oficialmente en vigor. Y dicha ley establecía que todos los herederos y sucesores del monarca Tudor serían "reyes de Irlanda" a perpetuidad. Lo cual convertía a Isabel II de nuevo en reina de Irlanda. En todo caso, y lógicamente, esa ley no tardó en ser derogada.

How long, how long must we sing this song?

Se podría hablar mucho también de las relaciones de Éamon de Valera, uno de los más relevantes políticos de la historia irlandesa, con otros mandatarios. En 1920, como primer ministro (príomh aire) de la Irlanda libre, no reconocida aún, visitó en Downing Street a Lloyd George, nacido en Gales y hablante nativo del gaélico (cosa que el irlandés no era: había nacido en EEUU de padre hispano-cubano, aunque tal vez fuera hijo ilegítimo). El premier británico usó esta ventaja, desconcertando a de Valera, al que llegó a arrinconar en lo referente a la definición legal del estado libre de Irlanda con la frase:
Los celtas no tenemos una palabra para república, puesto que nunca hemos tenido una.
Sello conmemorativo del 25º aniversario del Alzamiento de Pascua de 1916 (Lux Occulta)
Sello conmemorativo del 25º aniversario del Alzamiento de Pascua de 1916 (Lux Occulta)
Por otra parte, fue un gesto de dudoso gusto por parte del irlandés, ya como taoiseach (jefe de gobierno)presentarse en la embajada alemana tras el suicidio de Hitler para presentar sus condolencias (cosa que no hizo en la embajada de EEUU tras la muerte de Roosevelt, pese a su origen estadounidense). 

Aunque su versión oficial es que fue una cortesía personal para con el embajador, a lo largo de la Segunda Guerra Mundial Éire se declaró neutral y la posición de su líder fue de continuo desdén hacia los británicos, quienes habían estado a punto de fusilarle en 1916, tras el Alzamiento de Pascua. Visto en perspectiva, tal vez esto no justifique su postura (prestando ayuda indirecta a los Aliados, por otra parte), pero a la vez también tuvo la ventaja de no constituir un eslabón débil y geográficamente importante entre los Aliados. 

Una verdadera relación de amor y odio, en resumen, que aún hoy día pervive con la separación de la isla en dos realidades políticas distintas; aunque, por suerte para los aficionados al noble deporte del balón oval, los representantes de ambas visten el mismo verde, lucen los mismos shamrocks y buscan siempre derrotar, hombro con hombro, a los equipos de la isla vecina. Especialmente a Inglaterra, claro.

Fuentes:
  • Norman Davies (2013): Reinos desaparecidos, Galaxia Gutenberg.

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